Enga de rezar y de rezar... questreses
Se va acercando la Semana Santa y se nota cada vez más. Y una de las tradiciones más absurdas que tiene el catolicismo patrio es la de ir a rezarle a la imagen del Cristo Cautivo y Rescatado etcétera (que tiene un nombre muy largo; vulgo: el Cristo del Medinaceli) desde el cuarto viernes anterior al Viernes de Dolores, esto es, el viernes anterior al Domingo de Ramos que, a su vez es, el primer domingo de la Semana Santa propiamente dicha, uffff, que largo de contar.
El caso es que ese estupendo señor que el otro día inició la lectura de El Quijote en TVE, también conocido como Rey Juan Carlos I ha ido ya a cumplir con la tradición. Digo yo que sin necesidad de esperar colas, que eso no lo hacen sus majestades en ningún momento, que palgo son lo más de lo más en España.
En Cádiz, como no, que somos la mar de semanasanteros a la par de carnavaleros (¿entendéis ahora mi ser contradictorio?) tenemos nuestro propio Cristo de Medinaceli. La historia data de hace ya muuuuchos años en el que la familia Megapij hizo que le pintaran un cuadro del susodicho que conservaban en su casa Villapij. El rumor de que la familia Megapij tenía al santísimo milagrero en casa se extendió por la ciudad y tenían a toda la plebe en casa todo el puto día venga de rezar y de rezar.
No se sabe muy bien si para que los pobres probes disfrutaran a su antojo del Cristo o para que no molestasen en casa (y es que por aquella época, ser pobre probe significaba serlo y mucho, y oler cantidad a "nomelavo") mandaron hacer una estatua de esas falsas (sólo cara, manos y pie, el resto alambre puro y duro) y la donaron a no sé qué parroquia para que lo tuvieran allí. Desde entonces, la familia Megapij vivió feliz y contenta sin tener que aguantar a la muchedumbre venga de rezar y rezar.
Actualmente, es de los Cristos que más devoción arrastran en toda la ciudad (vamos, que hay competición a ver quien lleva más penitencia tras él, si el Medinaceli o el Nazareno). En una reciente restauración, cuando se dieron cuenta de que la imagen del Cristo se había oscurecido y que el original era mucho más "blanquito", los hubo que pusieron el grito en el cielo porque el Cristo éste era gitano y negro se tenía que quedar.
En fin, lo dicho, que no hay cosa más contradictoria que ser católico. He dicho.
El caso es que ese estupendo señor que el otro día inició la lectura de El Quijote en TVE, también conocido como Rey Juan Carlos I ha ido ya a cumplir con la tradición. Digo yo que sin necesidad de esperar colas, que eso no lo hacen sus majestades en ningún momento, que palgo son lo más de lo más en España.
En Cádiz, como no, que somos la mar de semanasanteros a la par de carnavaleros (¿entendéis ahora mi ser contradictorio?) tenemos nuestro propio Cristo de Medinaceli. La historia data de hace ya muuuuchos años en el que la familia Megapij hizo que le pintaran un cuadro del susodicho que conservaban en su casa Villapij. El rumor de que la familia Megapij tenía al santísimo milagrero en casa se extendió por la ciudad y tenían a toda la plebe en casa todo el puto día venga de rezar y de rezar.
No se sabe muy bien si para que los pobres probes disfrutaran a su antojo del Cristo o para que no molestasen en casa (y es que por aquella época, ser pobre probe significaba serlo y mucho, y oler cantidad a "nomelavo") mandaron hacer una estatua de esas falsas (sólo cara, manos y pie, el resto alambre puro y duro) y la donaron a no sé qué parroquia para que lo tuvieran allí. Desde entonces, la familia Megapij vivió feliz y contenta sin tener que aguantar a la muchedumbre venga de rezar y rezar.
Actualmente, es de los Cristos que más devoción arrastran en toda la ciudad (vamos, que hay competición a ver quien lleva más penitencia tras él, si el Medinaceli o el Nazareno). En una reciente restauración, cuando se dieron cuenta de que la imagen del Cristo se había oscurecido y que el original era mucho más "blanquito", los hubo que pusieron el grito en el cielo porque el Cristo éste era gitano y negro se tenía que quedar.
En fin, lo dicho, que no hay cosa más contradictoria que ser católico. He dicho.
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