Blogia
Blog con las dudas existenciales de una geisha pop

El alcohol (1 de n)

El alcohol (1 de n) Bueno, pues comenzaré brevemente mi serie dedicada al alcohol. Y es que ni tengo demasiado tiempo ni me apetece hablar largo y tendido de toooodoo que daría para hablar este asunto.

Y todo porque hoy iba yo por la calle tan estupendamente (sereno, serenísimo) con mi amiga cuando me he cruzado con el gran DJ Elektro. Ante lo cual, yo me he parado y le he saludado amigablemente. Pero claro ¿qué ocurre cuando alguien sólo te conoce borracha perdida haciendo el ganso y balbuceándo malamente alguna que otra frase inconexa? Obviamente, si te lo cruzas por la calle, no le reconoces, porque eres incapaz de unir esa imagen de persona serena vestido de persona normal con la otra imagen de humanoide disfrazado intentando mantener la vertical. Hasta que no le he hecho el comentario de que de cuando en cuando ando sereno, no ha empezado a encaminar quien soy. Y es que por mucho geisha y por mucho pop que yo sea, lo cierto es que la gente le cuesta quedarse con mi cara. No ayuda tampoco que te conozcan como "sí, esa, la que va tol día a cuatro patas de lo borracha que anda siempre". Me estreso a mí misma.

Pero no es que con el alcohol se pierda el glamour, para nada. Que una incluso llega a ser muy digna con sus copas encima. No hay nada como acercarse a una barra para pedir tu Cardhu Reserva con hielos. Hmmmm, y qué coño, tampoco te pierde nada ir al Nike a pedirte un mini de DYC con cola. Que yo lo sé, que mi amiga Isabel también toma copas en la calle: que sí son comparables, tiatiatia, una supermegaterraza de diseño en mitad de la Porto Banusssssh que una esquina fría en mitad de una callejuela de Shueca. Pal caso, es sastamente lo mismo, que sí que sí. Que sólo se diferencia en unas letras los alcoholes ¿qué más da VAT69 o Lagavulin 25 años? Nada de nada, es mismamento lo mismo en su mismidad. Eso sin contar con los estupendos licores folklóricos que existen por el mundo desperdigados: recuerdo mi etapa que iba a ese gran sitio de Chueca "Sutileza" y me tomaba mis licores de canela, rodeado de bollos variados. Qué épocas de geisha popita novicia.

Tienes que pararte a ver los anuncios de la tele para darte cuenta de lo mucho que merece la pena esto de ir a los bares a pedir una copa: ¡Todos los camareros están buenísisisimos! Y, no cabe duda, cuantas más veces vayas a pedir una copa, más oportunidades tendrá el camarero de quedarse prendadisísisimo de ti mismo. Me pasa casi siempre y eso me obliga a volver y revolver y devolver a la barra para que el camarero siga enamorándose más y más de mi persona divain divain.

Y es que con el alcohol te elevas a alturas realmente altas, tu glamour te rebosa, te expandes cual ninfa de la Selva Negra alemana, creces y creces, todo se vuelve fantástico, rosa y todos te miran. Sí, sí, te miran y te admiran, se ríen de tus ocurrencias tan estupendas y, repentinamente, se te ocurren maravillosas ideas que sereno jamás entenderías como realizables. Si no fuera así, ¿a cuento de qué mi amiga Ana intentaría ligarse al gran diseñador D.F. como si existiera la mínima posibilidad de que le ponga ella por mu corto que lleve el pelo? Te miran y te miran, y no es porque andes a cuatro patas para llegar nuevamente al baño, sino porque realmente tus andares de gran dama de un lado al otro de la pista son muy dignos de admiración, que lo sé yo.

En fin, me parece que estoy consiguiendo convertir este artículo en un coñazo ilegible salvo para quien lleve un par de copas... que estrés. Os dejo explicándoos previamente que la foto es el producto de la borrachera de cierta artista conceptual extremeña.

De cualquier forma, para los que no estéis cercanos al alcohol, siempre podéis consolaros con este nuevo envase... lo anuncian como marcador de tendencias ¡Qué atrevimiento! Yo sí que sé marcar tendencias, ea.

0 comentarios